viernes, febrero 25, 2005

 

Puré de Pappo

Más alla de ser consciente del riesgo que conlleva el bromear con un hecho que protagonice un miembro de la comunidad "heavy"; mi naturaleza morbosa no me permite callarme. Sé, que seguramente cuando hoy regrese a mi casa (si ésta sigue existiendo), la veré rodeada de muchachotes con motos, cueros, cadenas, abundantes cabelleras y nauseabundos aromas. Con mi mejor cara de desgraciado les diré: "Che, loco, paren un poco... no se bancan una joda?"; tras su respuesta negativa comenzará una brutal golpiza que (con suerte) me dejará con lesiones graves. Y? Cuál es el problema?
Si mi antiestético organismo logra resistir tal cantidad de azotes y golpes de puño (americano)... seré un personaje buscado por la prensa. Al salir del hospital, gran cantidad de fotógrafos estarán haciendo guardia para tener la primera foto del "pelotudo que quizo joder con la muerte de Pappo". Bueno, sé que no es un galardón envidiable el hacerme conocido por ser víctima de un linchamiento a manos de los "barbados fierreros de las Harley"; pero, prensa es prensa.
En mi papel de víctima, no dejaré la oportunidad de publicitar mi libro, el cual; aún, no he escrito. Pero planeo hacerlo durante mi internación. ¿Qué les parece la idea?

Ahh, jejeje, iuiuiu.....bueno, hay unos muchachos afuera que me buscan, tienen túnicas blancas y me quieren regalar una camisa que se prende atrás....estará a la moda??

domingo, febrero 20, 2005

 

Cosas de la vida

Mi mala suerte; que es muy recurrente, a veces corre con la ayuda de mi inconsciente. El mismo, necesita (en muchos momentos) exteriorizar lo que piensa. Ese es un problema, porque por ejemplo, hay circunstacias en que las mujeres prefieren escuchar alguna mentira, y no les gusta saber que: "la verdad que un poco bicho sos".
Soy una especie de Jim Carrey en esa película en la que le era imposible mentir (no me acuerdo del nombre de la misma, y no tengo ganas de entrar al Google). Si bien lo cierto es que a veces es mi inconsciente el que me deja mal parado, hay otras ocasiones en las que yo mismo (en busca de popularidad) atento contra mi integridad psíquica, y a veces física.
El número de metidas de gamba grosas en mi vida, es de verdad alarmante. Un ser humano promedio no puede ser tan idiota como para mandarse tal cantidad de yerros (o cagadas) en solo 18 años de vida. ¿Quieren algunos ejemplos? Ahí van: un momento que marcó mi vida en forma trascendente fue aquel en el cual (tratando de ser cool), pensé que las estrías de una amiga eran marcas de agua salada (es verdad!!! el agua de la playa, cuando chorrea, te deja una especie de marcas más claras que tu verdadero color de piel). Ahora sí, debí haberme percatado que estabamos a mediados de agosto, en el tercer recreo de un liceo de Las Piedras; circunstancias espacio-temporales, no propicias para estar chorreando agua salada.
Para no aburrirlos (más), les paso a narrar la última. Tratando (nuevamente) de caerle bien a todos; habiendo finalizado mi exámen de historia y estando en la puerta del aula; lancé, con mi mejor cara de "langa", una frase dirigida a uno de los profesores ("el pelado") que integraba la mesa: "Mandale saludos a Rosa, tu esposa" (la rima no fue buscada). Fue en ese instante cuando noté que su cara_ así como la de los restantes profesores, y buena parte del alumnado que continuaba escribiendo_ cambiaba sensiblemente. En ese momento no quise indagar en el porqué de tal repentina transformación facial, entonces seguí mi camino hacia el hall. Ahí, me encontré con un grupo de amigos y les pregunté por qué estaban tan indignados. Su respuesta hizo que mi corazón se detuviera por unos segundos (2 o 3 nomás): "Va a estar bravo para salvar; el pelado se divorció hace una semana y tiene un humor de mierda......"

lunes, febrero 07, 2005

 

ODIO

Odio al kiosquero de la esquina que me da todo el cambio en moneditas
Odio al puto de mi barrio que me mira el culo cuando paso
Odio los mediocres con complejo de ricachones; perfectamente definidos por un amigo como "chetos come guiso"
Odio las mujeres que me rebotan; ergo, odio a todas las mujeres
Odio el olor a tortas fritas impregnado en las paredes
Odio ver perder a Uruguay 3 a 0 con Venezuela
Odio la gente con barba
Odio el Juego de la Cédula
Odio a Alejandro Camino; no me pregunten por qué, ¡lo odio y listo!
Odio no saber tocar el tambor para salir en las llamadas
Odio las llamadas
Odio la tarifa nocturna de los taxis
Odio los juegos de azar; pero juego...y pierdo
Odio los jueguitos triviales de los celulares
Odio la "Marcha mi Bandera"
Odio los pasacalles de amor (aunque he puesto más de uno)
Odio los Fíat Palio (es un trauma de la infancia, después les explico)
Odio los ventiladores de techo
Odio las dietas balanceadas
Odio los bohemios de la playa que te cobran $200 por una caricatura
Odio la Operación Retorno
Odio ese programa (no soy antisemita)
Odio los gorros de visera
Odio la mermelada de higo
Odio la rambla...el mate...el trabajo...el esfuerzo y el campo sembrado

miércoles, febrero 02, 2005

 

Justo a mí esta cara

Como habrán notado, el común denominador de mis historias es el hecho de que las mismas están basadas en experiencias verídicas, apenas maquilladas (como el tumor de Traverso antes del noticiero) con algunos chips de humor rebuscado. Por supuesto, ésta, no será la excepción.
"Tengo un orzuelo"(horzuelo, orsuelo... o como carajo se escriba). Lo importante es que mi rostro, ya cascoteado desde el momento de mi parto...eh, digo... de mi cesárea (ni el nacimiento podía ser normal), ahora me sorprende con una nueva anomalía.
No le alcanzó con hacerme sufrir una niñez traumática por las periódicas etapas alérgicas que "ella" atravesaba, n las cuales se llenaba de pequeñas protuberancias pusientas. Tampoco le satisfizo la doble varicela que dejó estrías imborrables en ella. Su climax ya lo pasó, fue en mi adolescencia, donde las espinillas se divisaban a millas de distancia (viví en EE.UU., y ahi no se mide por kilómetros) y tuvo como cómplices a mis retrasadas hormonas que no me permitían taparme el rostro (al menos parcialmente) con alguna especie de barba.
Pero hoy, al mirarme al espejo, descubrí que un pequeño divieso morado cubría la parte inferior de mi ojo derecho. Según la creencia popular, pasándole una alianza de oro, el mismo desaparece. Yo, hijo de padres separados, no me atrevería por nada del mundo a pedrirles el símbolo de su fracaso afectivo; por eso decidí hurgar en mi botiquín de primeros auxilios. No encontré nada útil. Entonces fui al botiquín de segundos auxilios y ahi encontré lo que buscaba: unas gotas que aseguraban en su etiqueta, ser útiles para los ojos. Las usé "y hoy veo mejor que nunca"(gran comercial toto!!!).
Si hay niños leyendo esta historia, no hagan lo que hice yo, por favor, no se automediquen; no lo digo por su salud, lo digo el juicio que me pueden llegar a hacer sus padres.¡No, se automediquen! ¿Entendieron? ¡No, se automediquen!... Y si lo hacen, no digan que leyeron esta página.

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