sábado, diciembre 18, 2004

 

Lo prometido es deuda

Eso es lo que dicen algunos viejos. No es que yo sea una especie de niño oriental(de Asia), que respeta la palabra de sus mayores; pero en este caso lo haré. En anteriores oportunidades prometí publicar el cuento "Mi vida es un granito".......asi que ahí les va.
MI VIDA ES UN GRANITO
Muchos pensarán que el título hace referencia a algún problema en mi epidermis; pero no, éste no se refiere a ninguna anomalía facial. Digo que "Mi vida es un granito", un granito de arroz. En mis cortos 18 años de vida la imágen que más he visto es la de un plato lleno de esos lindos cereales insípidos.
Como ya sabrán los que me conocen (y los que no, se esán enterando), nunca me interesé en adquirir conocimientos culinarios, y esto queda evidenciado en mi casi inexistente masa muscular. Si bien es cierto que nunca me preocupé por llevar a cabo una sana alimentación, mi madre tampoco hizo mucho(perdón mamá). Ella, una mujer trabajadora, maestra(aunque no creo que por vocación, ya quebien tuvo la chance de establecerse como directora y dejar de lidiar con esas clases llenas de pendejos hinchapelotas, lo hizo), nunca tuvo tiempo (ni ganas) de complicarse con las comidas. Es por este motivo que no recuerdo un solo día de mi infancia o adolescencia en el cual no encontrara en mi plato, al menos una (abundante) porción de "arroz". Toda carne iba acompañada con arroz; los guisos, siempre de arroz; la sopa del invierno estaba preparada con arroz. Muchas veces llegaba del liceo, miraba la mesa, veía croquetas, me ilusionaba, pero no...también eran de arroz.
Al desayuno, galletas de arroz; en los momentos de prosperidad económica, arroz amarillo (con azafrán). Así transcurría mi vida; nos sentíamos afortunados los días que encontrabamos algún restito de aceite para condimentar aquel repetido alimento.
Hoy en día, postrado en esta cama de hospital, no puedo moverme, estoy amarillo(y no por el azafrán); los médicos dicen que es a causa de la hepatitis fulminante que contraje, que me deja solo 24 horas más de vida. Yo sé que esa no es la razón, estoy amarillo por la obscena ingesta de arroz que mi madre me proporcionó periódicamente durante 18 años; vaya uno a saber con qué intenciones.
23 horas después (los médicos le erraron por una), Gonzalo murió, y su madre se apresuró a vender todos los órganos del difunto; que se encontraban en perfecto estado (1).
(1)Por si no lo saben, el arroz es un gran conservante, y ayuda a mantener los órganos fresquitos como una lechuga.

Comments:
Claro que laburo en enero, maestro. Y posiblemente ni tenga licencia. Así viene la mano. Y en febrero ya arranco a pensar cosas para la radio. El poco tiempo libre que tengo lo dedico a leer algún cómic o a mirar tele, pero ni tele estoy mirando mucho, así que imaginate. Feel free de seguir publicitando este blog en mi página amarilla.

Nacho Alcuri
"siete años de historia laboral"
 
Claro que laburo en enero, maestro. Y posiblemente ni tenga licencia. Así viene la mano. Y en febrero ya arranco a pensar cosas para la radio. El poco tiempo libre que tengo lo dedico a leer algún cómic o a mirar tele, pero ni tele estoy mirando mucho, así que imaginate. Feel free de seguir publicitando este blog en mi página amarilla.

Nacho Alcuri
"siete años de historia laboral"
 
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